Qué buscan Trump y Kim en su histórica cumbre: 5 claves de su reunión en Singapur
Si todo sale como
está planeado, el líder norcoreano y el presidente estadounidense se
encontrarán cara a cara en cuestión de horas. ¿Por qué es importante la
reunión? ¿Por qué eligieron Singapur? ¿Qué desenlace se puede esperar?
Aquí te damos las respuestas
Qué buscan Donald Trump y Kim Jong-un en su histórica cumbre: 5 claves de su reunión en Singapur.
Es una imagen que cuesta imaginar pero que, si todo sale como lo planeado, pasará a la Historia.
¿Qué puede salir de ahí? ¿Qué quiere realmente el líder norcoreano? ¿Se repetirán Kim Jong-un y Donald Trump los insultos que se dedicaron el año pasado? ¿Se abrazarán como Kim hizo con el presidente surcoreano, Moon Jae-in, hace dos meses?
¿Por qué es tan importante lo que pase en Singapur?
En BBC Mundo nos hicimos estas y otras preguntas sobre la cumbre del 12 de junio, y aquí tratamos de responderlas.
¿Por qué pasará a la Historia?
Los medios de
comunicación han repetido hasta la saciedad que esta es una reunión
"histórica" y puede que algunos piensen que ya se produjo un encuentro
igual de importante.
Es
relativamente cierto. Hace tan solo dos meses, ya ocurrió una "cumbre
histórica": la de los dos líderes coreanos en la frontera que separa el
Norte y el Sur, donde ambos se comprometieron a buscar la "completa
desnuclearización" de la península y el fin de la guerra en la que,
técnicamente, aún están.
Sin embargo, esta cita es más relevante.
Para encontrarse con Trump, Kim realizará el viaje más largo que haya hecho hasta el momento.
¿Por qué?
Por una sencilla razón: se trata de una situación inédita. Nunca antes
un presidente estadounidense en el cargo se ha reunido con el líder
norcoreano en el poder.
Y eso no significa que no se intentara o
que no se hubieran producido negociaciones entre ambos países; pero
nunca llegaron a fructificar para sentar a ambos líderes en la misma
mesa.
Por eso, el cara a cara de Trump y Kim es tan esperado, pese a que sigue siendo una incógnita los frutos que puede dar.
¿Qué tiene Singapur?
Después de
barajarse destinos como Mongolia e incluso la zona desmilitarizada que
separa a las dos Coreas -y que, pese a su nombre, es una de las
fronteras más militarizadas del mundo-, Corea del Norte y Estados Unidos
decidieron reunirse en Singapur.
El pequeño y
moderno país, situado en el sudeste asiático y considerado uno de los
"tigres" económicos de la región, es una nación con la que tanto EE.UU.
como Corea del Norte tienen buenas relaciones y por tanto, es un espacio
neutral y seguro.
El
lujoso hotel Capella será donde se reunirán Trump y Kim. Es el lugar
elegido por estrellas como Lady Gaga cuando está de gira en el país.
Pyongyang
incluso tiene embajada en la ciudad-Estado, algo no muy habitual, y
siempre mantuvo con los norcoreanos una estrecha cooperación comercial,
interrumpida el año pasado por el endurecimiento de las sanciones
internacionales.
Además, Singapur también se vanagloria de su
estabilidad y seguridad, gracias a las numerosas y estrictas normas que
tiene (como por ejemplo, la prohibición de protestas).
¿Qué busca Trump en la reunión? ¿Y Kim?
Empecemos por Trump, aunque no porque sea más predecible.
Al
principio, el presidente estadounidense dejó claro que su objetivo era
que Kim Jong-un se deshiciera de sus armas nucleares de forma inmediata y
unilateral, pero ha ido moderando su discurso.
En una entrevista
con la cadena Fox News, Trump dijo que le gustaría que la
desnuclearización de Corea del Norte se llevara a cabo "de forma
inmediata, pero físicamente, una fase transitoria puede ser un poco
necesaria".
Famosos imitadores de Kim Jong-un y Donald Trump ya llegaron a Singapur.
"Ojalá
supiéramos lo que quiere conseguir Trump (...). En cierto modo, lo que
está haciendo es redefiniendo el éxito a lo que él quiere", considera
David Kang, director del Instituto de Estudios Coreanos de la
Universidad del Sur de California.
La desnuclearización
verificable, el objetivo marcado por el presidente estadounidense, puede
tomar años, según los especialistas en el área.
No obstante, el mero hecho de que la reunión ocurra puede ser interpretado por ambos líderes como un éxito.
"Irónicamente,
el sentido común nos dice que Corea del Norte es quien quiere
reconocimiento y que ve el encuentro como un premio; pero en cierto
modo, Trump también está feliz de tener esa reunión simplemente para
demostrar al mundo que él puede hacer algo que otros no pudieron en el
pasado", remarca Kang en declaraciones a BBC Mundo.
Kim, por su parte, busca sentarse a la mesa frente a Trump para
ser "aceptado internacionalmente como un poder nuclear", destaca Sue Mi
Terry, quien trabajó como analista de asuntos coreanos para la CIA de
2001 a 2008, y como consejera del gobierno de Georg W. Bush y Barack
Obama.
"Quiere respeto (...). Tras llevar a cabo un programa de
armas nucleares durante siete años que ahora que dice que lo ha
completado, no le importa sentarse con Washington como un igual y hablar
del control de armas".
Michael Madden, especialista en el
liderazgo norcoreano, cree además que buscará "seguridad": facilitar
futuras interacciones diplomáticas con los estadounidenses y abrir las
negociaciones para firmar el tratado de paz que ponga fin a la guerra
coreana.
Todo ello puede llevar a que se abra al exterior y
consiga ayuda para su debilitada economía, su tercer objetivo: la
ansiada prosperidad.
¿Qué conseguirán?
En general,
los analistas consultados por BBC Mundo no esperan que se produzcan
grandes anuncios en Singapur. Aunque ello no implica que no pueda
considerarse un éxito diplomático.
"¿Creo que llevará al
desmantelamiento total y verificable del programa armamentístico nuclear
de Corea del Norte? No. ¿Tendremos algún tipo de acuerdo sobre algunos
aspectos de su programa nuclear? Seguro", opina Sue Mi Terry, asociada
actualmente con el Centro de Estudios Estratégicos y de Seguridad de
Washington.
"Debemos esperar un comunicado conjunto parecido a la
declaración de Panmunjom", dice Madden en referencia a las conclusiones
del encuentro entre Kim y el líder surcoreano el pasado abril.
Kim Jong-un y Moon Jae-in se comprometieron a finalizar las "actividades hostiles".
El mejor
resultado posible, en opinión de Kang, es que EE.UU. y Corea del Norte
hablen en detalle de cómo gestionarán su relación y que Pyongyang dé más
pasos hacia la desnuclearización de lo que ya ha hecho.
¿Será el mundo un lugar más seguro tras la cumbre?
Pese a que
ambos líderes son bastante impredecibles y a que Trump asegurara que
abandonaría la reunión si no va bien, las "probabilidades de que empeore
la situación son muy bajas", considera Kang.
Para el director del Instituto de Asuntos Coreanos, ya se han conseguido logros que eran inimaginables hace seis meses.
"Corea del Norte ha hecho grandes concesiones" David Kang, director del Instituto de Estudios Coreanos de la Universidad del Sur de California
"Si hubiera
dicho entonces que Corea del Norte pararía de forma voluntaria sus
pruebas de misiles y sus pruebas nucleares, y que incluso desmantelaría
los dos enclaves donde hacía esas pruebas: que se mostraría dispuesta a
la desnuclearización en sus términos y si el acuerdo es bueno; que
acudiría a los Juegos Olímpicos (celebrados en Corea del Sur); que
hablaría de abrirse al mundo... ¡la gente se hubiera reído de mí por ser
un ingenuo!".
"Y eso es lo que ha hecho: son grandes concesiones
(...). Así que si va mal, volveremos a una situación diferente a la de
antes", remarca.
También hay quien se muestra más pesimista.
"Trump
y Kim no tienen una relación (forjada). El problema en el caso de la
cumbre de Kim y Trump es que no tienen nada a lo que volver", opina
Nikolai Sokov, quien trabajó para el ministerio de Exteriores de la
desaparecida Unión Soviética y participó en las negociaciones con EE.UU.
sobre las armas nucleares de Rusia.
Bolivia Mar, la playa que Perú le cedió a Bolivia y que lleva 26 años en abandono
Fue presentada en 1992
como el "retorno" de Bolivia la mar: una franja de cinco kilómetros en
Perú que Bolivia podía utilizar por 99 años. BBC Mundo la visitó más de
dos décadas después y esto es lo que encontramos
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Bolivia Mar, la playa que Perú le cedió a Bolivia y que lleva 26 años en abandono. (El Comercio / Rolly Reyna).
Cuando David Herrada fue nombrado en el 2017 cónsul de Bolivia en
la ciudad peruana de Ilo, pensó que convertir aquel puerto en el
principal punto de entrada y salida de productos de su país iba a ser
una tarea simple.
Después de
todo, los bolivianos ya contaban con un trozo de costa a menos de 20
minutos en automóvil, una franja de cinco kilómetros de largo y menos de
un kilómetro de ancho que Perú le cedió al país vecino en 1992 por 99 años: Bolivia Mar.
Los políticos de la época enumeraron las posibilidades del terreno. Se habló de terminales de carga, hoteles, fábricas.
El acuerdo fue
firmado por el entonces presidente peruano, Alberto Fujimori, y su par
boliviano, Jaime Paz Zamora, cuya imagen dentro del agua con los
pantalones remangados aún es usada por simpatizantes y detractores de la
idea.
La concesión,
se decía, serviría para reducir los lazos comerciales con los puertos
chilenos de Iquique y Arica, por donde Bolivia ingresa y despacha la
mayor parte de su mercadería, y dejar atrás por fin la paradoja de que
su acceso al océano dependa del país que se quedó con sus provincias
costeñas tras la Guerra del Pacífico (1879-1884), en la que Bolivia y
Perú se enfrentaron a Chile.
Pero, poco después de instalarse en su nueva oficina, Herrada se dio cuenta de que sus expectativas no iban a cumplirse.
Y de por qué, 26 años después, en Bolivia Mar no había más que un desierto.
Dos mujeres
Al sur de la
Costanera, la carretera que recorre el litoral peruano, hay un cartel
verde con letras blancas que invita a seguir de frente para llegar a la
ciudad de Tacna, en la frontera con Chile, o a doblar a la derecha y
tomar un camino de tierra para acceder a Bolivia Mar.
Bolivia y el mar aparecen juntos en el letrero, pero llevan 139 años separados.
Cada
23 de marzo, el país celebra el Día del Mar para recordar la pérdida
del litoral ante Chile, al que esta semana le reclama en la Corte
Internacional de Justicia de La Haya que se siente a negociar una salida
soberana al Pacífico.
Autoridades
peruanas y bolivianas realizan en esta fecha actos simbólicos frente a
lo único que alguna vez llegó a construirse en Bolivia Mar: una
escultura de 21 metros, hoy tan oxidada que se le han desprendido varios
trozos.
Tiene la forma de dos rostros de mujer, uno que mira hacia Bolivia y el otro, hacia el Pacífico.
Un poco más adelante, el visitante se encuentra con la empinada cuesta que hay que bajar para alcanzar la playa.
En la cima, un pescador se refugia del sol en una choza que ha improvisado con lonas y palos.
Abajo,
en la orilla, entre cadáveres de medusas y alguna botella de plástico,
Herrada aprovecha los ratos muertos de la entrevista para recoger
conchas de colores que le regalará a su familia cuando regrese a
Bolivia.
"Lamentablemente, las poblaciones de Ilo como de Bolivia
no nos enteramos (bien del proyecto). Todo el mundo piensa que Bolivia
Mar es para (construir) un gran puerto. Pero, en realidad, es (sólo
para) turismo", le explica a BBC Mundo una mañana de mediados de enero.
¿Un gran hito?
Los
convenios de Ilo firmados por Paz Zamora y Fujimori en 1992 estipulaban
la cesión de Bolivia Mar, pero también otros dos elementos: crear una
zona franca industrial en la ciudad peruana y dar facilidades a los
bolivianos para que usaran las instalaciones portuarias de esa
localidad.
Por eso, los mandatarios anunciaron la medida como un hito importante.
Una "gran
victoria nacional, por volver a ser un país marítimo", llegó a decir el
líder boliviano, según recogió un artículo del diario español El País.
Pero estos tratados no daban a Bolivia soberanía sobre la franja; sólo le autorizaban a darle un uso: el turístico.
La
zona franca nunca se puso en marcha y, según explica el cónsul, sólo un
puñado de empresarios de su nación utiliza Ilo porque sus tarifas son
más caras que las de los terminales chilenos.
En cuanto al turismo, en aquella explanada no se llegó a poner ni una sombrilla.
La playa está en mar abierto y es incómoda para los bañistas.
Los
pescadores peruanos, los únicos que le sacan provecho, aseguran que
está llena de rocas afiladas, que espantan a las barcas pero dejan un
criadero de peces exclusivo para quienes trabajan desde la orilla.
Instalar
un rompeolas, ampliar el área de baño y habilitar un acceso menos
accidentado requeriría una inversión de US$250 millones, según el
diplomático.
"Yo creo que es un presupuesto 'no tan poco'… Es
posible sacar adelante ese proyecto, pero siempre y cuando haya también
más participación y afluencia de bolivianos a Ilo", sostiene.
El único brote
Nancy
Arequipa, una profesora de La Paz de 40 años, no ha ido nunca a Bolivia
Mar pese a que veranea en Ilo desde su adolescencia.
Aunque ha
oído que "hay casitas y un muelle", le preocupa hacer el largo trayecto
en taxi hasta allí y descubrir que no hay dónde comer o dormir.
No sabe que, en realidad, la playa está abandonada, pero algo sospecha.
"Sería
bueno, pero no sé por qué los bolivianos no estemos yendo. Tal vez no
sea un buen lugar", le comenta a BBC Mundo en el muelle fiscal de Ilo,
donde ella y su familia esperan turno para pasear en barco por la bahía y
ver a los lobos marinos.
Esta es una de las dos actividades más turísticas en esta ciudad peruana de 70.000 habitantes.
La otra, consiste en bañarse en la playa de Pozo de Lisas, a menos de cuatro kilómetros del centro.
Ambas
están incluidas en los paquetes que los turistas bolivianos contratan
con Catacora Tours, el único brote que Bolivia Mar logró generar en el
sector turístico.
Esta agencia
de viajes nació poco después de los convenios de Ilo con el único
propósito de llevar a los bolivianos hasta la que acababa de convertirse
en su única playa, le cuenta a BBC Mundo Luis Catacora, responsable de
la empresa.
La idea fue de su padre, que había sido contratado
para transportar a una caravana de autoridades, periodistas y
empresarios a la ceremonia de inauguración de Bolivia Mar, en la que
Fujimori y Paz Zamora revelaron una placa que rezaba "A la integración y
confraternidad Perú-Bolivia" y de la que, hoy, solo queda la base de
cemento.
"Pensamos '¡Qué bonita playa! Queda cerca…' y, como
siempre tenemos esa rencilla con Chile, la intención era fomentar el
turismo hacia esta parte de Perú, porque toda la gente se iba a las
playas chilenas", recuerda el empresario.
Muchas cosas han cambiado desde entonces.
En
esa época, el viaje desde La Paz duraba unas 14 horas por pistas no
asfaltadas. No era raro tener que bajar a los pasajeros a medio camino
para que ayudaran empujar el autobús.
"Era toda una aventura", ríe el empresario.
Ahora, el
trayecto no supera las ocho horas gracias al corredor bioceánico, el
proyecto para unir el Atlántico brasileño con el Pacífico peruano a
través de Bolivia y que incluye la mejora de carreteras.
Lo que dejó de estar en condiciones fue la escultura inaugural.
Ya
no queda ni un peldaño de la escalera interna por la que sus clientes
subían a fotografiar las vistas y Catacora cree que se puede caer "en
cualquier momento".
Como no quiere poner en peligro a sus
viajeros, la playa que inspiró a su padre a crear la agencia ya no forma
parte del recorrido.
¿Segundo plano?
En el puerto de Ilo, hay distintas teorías sobre por qué nunca se aplicaron los convenios firmados en 1992.
"Si
Bolivia utiliza lo que le ha cedido Perú, Chile lo verá como un
pretexto para no darle su salida soberana", opina Juan Sánchez, un
transportista de 76 años, mientras espera su turno para cargar su camión
con pescado.
Según el historiador peruano y analista
internacional Daniel Parodi, no está muy equivocado: "¿Qué pasaría si
Bolivia gana en La Haya y Chile le permite construir un puerto en
Arica?"
Esta incógnita, junto al corredor bioceánico, habrían quitado atractivo a los convenios de Ilo, según el experto.
Herrada, en cambio, insiste en que este es "uno de los puertos en los que tienen puestas sus grandes esperanzas" los bolivianos.
El cónsul asegura que apostar por Ilo en detrimento de Arica e Iquique no es un capricho, sino una necesidad.
El
terminal de Arica, donde la carga boliviana representa ocho de cada 10
toneladas, mueve el doble de toneladas que hace una década, según los
datos del Sistema de Empresas (SEP), el órgano que evalúa a las
compañías estatales en Chile.
Y en el de Iquique, los niveles se
han mantenido estables gracias al crecimiento del comercio boliviano,
que ayudó a compensar la caída de la actividad en este terminal, según
admite la Empresa Portuaria de Iquique en su memoria del 2016.
Estos
incrementos han provocado que las instalaciones chilenas "se queden
pequeñas" para la economía boliviana, según le aseguraron a BBC Mundo
fuentes portuarias de Bolivia.
Los obstáculos
El camino aún es largo: el puerto de Ilo no moviliza ni una décima parte de la carga del de Arica.
Además
de antiguo y limitado, necesita una mayor protección del oleaje y se
encuentra en pleno casco urbano, lo que complica ampliar sus vías de
acceso.
Tanto las
autoridades peruanas como las bolivianas admiten que el terminal
requiere una inversión de por lo menos US$300 millones.
Perú
exige garantías de que las importaciones y exportaciones bolivianas
vayan a ser tan numerosas que valga la pena desembolsar tal suma, según
explican las fuentes portuarias de Bolivia.
La posición de La
Paz, según estas fuentes, es la contraria: Lima debe invertir primero y
rebajar sus tarifas de descarga, más caras que las chilenas, para poder
resultar atractivo al empresariado del altiplano.
"Si en este
momento estamos beneficiando a la hermana república de Chile con entre
US$9.000 millones y US$10.000 millones de dólares anuales, sólo con
exportar o importar por Ilo una tercera parte ya serían US$3.000
millones que con seguridad traerían un gran desarrollo a esta ciudad",
opina el cónsul.
¿Y Bolivia Mar?
Herrada está convencido
de que si Ilo llega a convertirse en un puerto relevante para Bolivia,
se creará una demanda que haga posible un darle un uso turístico a la
playa.
"Cuando exista ese comercio, todos los bolivianos que
vengan a hacer turismo también vendrán a hacer compras", afirma. Y
recoge una última concha de color.