Ningún asunto en Medio Oriente ha sido tan contencioso como el estatus de
Jerusalén, una ciudad que tanto israelíes como palestinos reclaman como su capital.
En 1980, el Estado de Israel declaró a la ciudad como su capital. Y los palestinos designaron a Jerusalén del Este como la sede de su Estado.
Aunque ninguna
potencia reconoce ninguno de estos reclamos, aquí está la raíz de las
crecientes tensiones entre israelíes y palestinos.
Y estas
tensiones están ahora en riesgo de estallar con los informes de que el
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, reconocerá a Jerusalén como la capital de Israel.
"Cualquier
decisión sobre el estatus de la disputada ciudad debe ser tomada dentro
del marco de las negociaciones entre israelíes y palestinos", declaró el
presidente de Francia, Emmanuel Macron, y dijo que estaba "preocupado"
por la posibilidad de que Trump tome esa decisión.
Francia no fue
el único que expresó sus temores. Arabia Saudita declaró que una medida
de ese tipo "tendría un impacto nocivo en el proceso de paz".
Jordania
advirtió de "consecuencias graves" y el jefe de la Liga Árabe, Abul
Gheit, indicó que esa decisión "nutriría el fanatismo y la violencia".
Turquía aseguró que esto sería "una enorme catástrofe".
►Traslado o reconocimiento
A Trump le corresponde firmar una medida para postergar el traslado de la embajada en Israel de Tel Aviv a Jerusalén,
algo que han hecho semestralmente todos sus antecesores en la Casa
Blanca desde que en 1995 el Congreso de Estados Unidos aprobó una ley a
favor de esa reubicación.
Sin embargo, la prensa estadounidense anticipa que el magnate se propone, en cambio, anunciar el reconocimiento de Jerusalén como capital de Israel.
Aunque durante
su campaña electoral Trump se mostró favorable a esa mudanza, su
ejecución colocaría a EE.UU. a contracorriente de las decisiones de la
ONU sobre esta materia y en abierta contradicción con el resto de
potencias occidentales.
Pero ¿por qué es tan controvertido el tema de Jerusalén?
►Una "entidad aparte"
El ser
considerada como una ciudad sagrada por los fieles de las tres grandes
religiones monoteístas —judíos, cristianos y musulmanes— paradójicamente
convirtió a Jerusalén en objeto de numerosas disputas que, a lo largo
de siglos, derivaron en reiteradas conquistas y reconquistas.
Cuando
en 1947 la Asamblea General de la ONU aprobó la resolución 181 para la
partición de Palestina en un Estado judío y otro árabe, se pensó en
considerar a Jerusalén como una "entidad aparte", una ciudad
internacional que sería administrada durante diez años por la ONU antes
de realizar un referendo para definir su destino.
El documento
preveía además garantizar la protección, el libre acceso y la libertad
de culto en los lugares sagrados de la ciudad, no solo para sus
habitantes sino incluso para los extranjeros sin discriminación por
causas de nacionalidad.
Este plan no
llegó a aplicarse debido al estallido de la primera guerra árabe-israelí
en 1948, que en la práctica derivó en la división de la ciudad en dos
partes: Jerusalén este, bajo control árabe; y Jerusalén oeste, en manos de Israel.
►La "unificación" de la ciudad
La parte oriental de Jerusalén,
que incluía la ciudad vieja y los lugares sagrados, quedaron en manos
de Jordania desde entonces hasta 1967, cuando durante la Guerra de los
Seis Días, Israel quedó en control de toda la ciudad.
Entonces,
la Knesset (el Parlamento israelí) aprobó una ley de protección a los
lugares sagrados, en la que garantizaba el acceso a estos por parte de
los fieles de las distintas religiones.
Además, el gobierno
israelí hizo un acuerdo con el Waqf islámico de Jerusalén, una fundación
religiosa musulmana que quedó a cargo de la administración de lugares
sagrados como la Explanada de las Mezquitas (o el Monte del Templo, para
los judíos), complejo dentro del cual se encuentra la mezquita de Al
Aqsa y el Domo de la Roca.
►Un vínculo antiguo
La presencia judía en Jerusalén se remonta a tiempos muy antiguos.
"Según la
Biblia, era la capital del Estado unido de (los reyes) David y Salomón,
alrededor del año 1000 a.c.. Históricamente, comprobado por evidencia
arqueológica, fue la capital del Estado hebreo de Judea poco después de
esa fecha, el sitio del templo judío en el Monte del Templo y así
permaneció hasta que fue conquistada y destruida por Nabucodonosor II,
rey de Babilonia, en el año 586", le dijo a BBC Mundo el historiador
británico Simon Sebag Montefiore, autor del libro "Jerusalén, la
biografía".
El experto explicó que después la presencia hebrea
allí fue restaurada por Ciro II el Grande de Persia hasta la conquista
por parte de Alejandro Magno, aunque el templo siguió siendo el centro
de la vida judía hasta que intentó destruirlo Antíoco IV Epífanes, un
rey de la dinastía Seléucida cuya represión aceleró una rebelión por
parte de los judíos.
"Jerusalén fue la capital de un Estado judío
independiente con los macabeos, que entonces era un reino satélite de
Roma bajo Herodes el Grande, quien reconstruyó el segundo templo que
luego fue destruido por Tito en el año 70 D.C., cuando tomó control de
la ciudad y ordenó la expulsión de los judíos", contó Montefiore.
"En el siglo
II, Adriano intentó destruir la Jerusalén hebrea y colocó un templo
idolatra en el lugar del templo judío. Lo que llevó a una amplia
revuelta que fue reprimida por el emperador, quien volvió a expulsar a
los judíos y renombró a Jerusalén y a Judea con el nombre de los enemigos bíblicos de los hebreos: los filisteos", agregó.
"Desde
aquel momento, los judíos han reverenciado ese lugar y han orado en
torno al muro del templo destruido. Habiéndola tenido por algunos
momentos bajo su control, los judíos han soñado y han anhelado volver a Jerusalén… hasta que en el siglo XIX comenzaron a emigrar a Palestina. Desde 1880 ha habido una mayoría judía en Jerusalén".
Montefiore también destaca los lazos antiguos que unen a los musulmanes con Jerusalén.
"El
vínculo islámico con la ciudad se remonta a la conquista árabe
alrededor del año 638, cuando el califa Omar tomó la ciudad,
garantizando la libertad a los judíos y cristianos que aceptaran el
control político y religioso musulmán. Los musulmanes reverenciaban las
escrituras judías y compartían su creencia de que Jerusalén sería el lugar místico del apocalipsis, que consideraban inminente", relató el historiador.
"Mahoma veneraba las escrituras judías y a Jerusalén misma,
al punto que los primeros musulmanes oraban hacia Jerusalén y no hacia
la Meca. En las primeras décadas de gobierno árabe, realizaban su culto
religioso en el Monte del Templo, pero permitían a los judíos realizar
también su culto religioso allí. La tolerancia hacia otros credos
monoteístas se acabó cuando el islam se convirtió en una religión de
Estado más rígida bajo el califa Abdalmálik, quien construyó el Domo de
la Roca encima de la base fundacional del templo judío", indicó
Montefiore.
El experto explicó que, posteriormente, los cruzados conquistaron Jerusalén en
el año 1099, mataron a todos sus habitantes musulmanes y judíos; y
gobernaron la ciudad hasta 1187, cuando Saladino la retomó, restaurando
el control islámico y reubicando en ella a muchos de los antepasados de
los palestinos actuales, aunque también hay otros que llegaron
posteriormente durante el imperio Otomano e, incluso, durante el mandato
británico.
"En otras palabras, judíos y musulmanes comparten unos vínculos antiguos y auténticos con Jerusalén. Es absurdo negarlo", apuntó Montefiore.
►Soberanía no reconocida
Ese
lazo histórico de judíos y musulmanes con Jerusalén ha hecho de la
ciudad un elemento central en las negociaciones de paz entre Israel y
los palestinos.
Así, por
ejemplo, en los acuerdos de Oslo suscritos en 1993 entre Israel y la
Organización para la Liberación de Palestina se estableció que el
estatus de la ciudad sería discutido en etapas más avanzadas de las
negociaciones.
Efectivamente, el tema surgió en las negociaciones
de paz de Camp David, auspiciadas por el presidente de Estados Unidos
Bill Clinton en el año 2000.
Allí el entonces líder de la
Autoridad Nacional Palestina, Yasser Arafat, y el primer ministro
israelí, Ehud Barak, hablaron por primera vez directamente sobre el
estatus de Jerusalén.
Según relató Clinton, Barak flexibilizó
mucho más su posición que Arafat, quien terminó rechazando las
propuestas discutidas. Desde entonces, el proceso de paz no ha
registrado ningún avance sustancial.
Aunque desde
1967 Israel ha ejercido una soberanía de facto sobre Jerusalén, esta no
ha sido reconocida internacionalmente al punto que, incluso los países
más cercanos a Israel, mantienen sus embajadas en Tel Aviv.
Detrás
de esta negativa aparece reiteradamente el argumento de que el estatus
de la ciudad debe definirse en el marco de las negociaciones para el
establecimiento de dos Estados, uno palestino y otro israelí, que
convivan con paz y seguridad.
También se cuestiona que Israel ha
creado numerosos asentamientos, considerados ilegales por la legislación
internacional, en los territorios ocupados de Cisjordania.
En mayo del 2016, el entonces secretario general de la ONU, Ban Ki moon, durante una conferencia internacional sobre Jerusalén,
aseguró que el estatus de esa ciudad sigue estando en el corazón de
cualquier solución negociada sobre el conflicto israelí-palestino.
"Debemos
fortalecer y reafirmar los esfuerzos internacionales destinados a
preservar la solución de dos estados y definir un horizonte político",
afirmó Ban.
Montefiore coincide con esa visión: "Creo que la paz no puede llegar hasta que Jerusalén sea
reconocida como una parte legítima y auténtica de la narrativa
histórica y de la herencia cultural de ambos. Debería ser y ya es en
efecto la capital de Israel, pero no indivisible porque para alcanzar la
paz también necesita ser la capital de Palestina".