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viernes, 10 de noviembre de 2023

Lo que nunca debemos decir a los bibliotecarios de lo que a menudo se dice

 

Lo que nunca debemos decir a los bibliotecarios de lo que a menudo se dice

Rosenberg, Rachel. «What Not To Say to Public Librarians». BOOK RIOT (blog), 5 de octubre de 2023. https://bookriot.com/what-not-to-say-to-librarians/.

Las bibliotecas han cambiado mucho a lo largo de sus décadas de existencia, pero las representaciones de nuestro trabajo no lo han hecho. Además, las personas van a la biblioteca, nos ven sentados en el mostrador de referencia y piensan que estamos pasando el rato, sin preocupaciones en el mundo. A menudo, estamos sentados allí planificando programas que eventualmente llevaremos a cabo, creando exposiciones, contactando con socios comunitarios e investigando nuevos libros, películas y cultura pop para hacer recomendaciones. Los bibliotecarios modernos casi siempre se ven obligados a equilibrar ser un experto en información con una multitud de otros trabajos para los que no hemos sido completamente capacitados, algunos de nuestros deberes incluyen aspectos de trabajadores sociales, técnicos de soporte de TI, empleados de imprenta, guardias de seguridad e incluso proporcionar apoyo administrativo gubernamental.

Por lo tanto, está bien si no sabes exactamente lo que hace un bibliotecario en su trabajo, pero sugiero que te abstengas de hacer afirmaciones que impliquen lo contrario (por ejemplo, «Me encantaría ser bibliotecario, qué trabajo tan tranquilo»).

Con eso en mente, por favor, evita decir algunas de las siguientes cosas a tu bibliotecario público de vecindario:

  • «Tu trabajo debe ser muy tranquilo.» (A menudo no lo es. Los programas para niños, personas que hablan en voz alta y incidentes en la biblioteca pueden ser cosas diarias).
  • «Tu trabajo debe ser muy fácil.» (Definitivamente no lo es. Investiga lo que está sucediendo en las bibliotecas en la actualidad).
  • «Debe ser agradable leer todo el día.» (Me gustaría poder decirte eso, pero no es mi trabajo, así que no puedo).
  • «Nunca podría hacer tu trabajo. Me volvería loco.» (Una extraña afirmación, pero está bien).
  • «No pareces ocupado; ¿qué te parece si te doy algo que hacer?» (Estoy muy ocupado, ya que las bibliotecas suelen emplear a menos personal pero nos siguen proporcionando muchas tareas administrativas y de mostrador).
  • «¿Qué quieres decir con que no puedo tomar cosas de tu escritorio sin preguntar? Mis impuestos pagan esta biblioteca.» (Mis impuestos pagan estaciones de policía y de bomberos, pero no puedo simplemente entrar en una estación de bomberos y deslizarme por su poste de bomberos por diversión).
  • «¿Qué quieres decir con que no puedo comer pizza sobre esta pila de libros? Mis impuestos pagan esta biblioteca.» (Ver declaración anterior).
  • «Me encantaría ser bibliotecario cuando me jubile.» (Necesitamos tener un título de máster, por lo que es poco probable).
  • «¿Tienes novio/novia?» (No necesita más explicación, en mi opinión).
  • «[Inserta literalmente cualquier comentario sobre la apariencia de un bibliotecario].» (Simplemente no lo hagas).
  • «¿Cuándo terminas la secundaria?» (Ser bibliotecario requiere una maestría, así que es probable que hayamos terminado hace tiempo).
  • «Estoy buscando un libro que leí en los años 80. Tenía una portada roja y era sobre un chico en un viaje de autodescubrimiento.» (En esto, no culpo a nadie por preguntar, pero aquí está el trato: las ediciones cambian. Puede que no pueda encontrar una imagen de la portada de un libro de los años 80, y es difícil encontrar un libro a través de una trama tan genérica como el viaje de autodescubrimiento de un niño).
  • «No necesito una tarjeta de biblioteca; ¿alguien sabe que existe Google?» (Sí, es una cosa real que me han dicho varias veces en mi vida).

Algunas de estas son más cómicas que irritantes, pero en realidad se trata de mostrar respeto hacia alguien cuando hablas con él. No es necesario que ames las bibliotecas tanto como lo hacen los empleados, pero sería genial para nosotros sentir que estamos siendo tratados con respeto en el trabajo.

viernes, 16 de septiembre de 2022

 

La biblioteca salvaje

LA BIBLIOTECA SALVAJE

En: Eduardo Halfon. Biblioteca bizarra. Madrid: Jekyll & Jill Editores, 2014


Prefiero los libros de viejo. Me gustan precisamente por el aire de imperfección y misterio que los envuelve: las páginas manchadas o dobladas por los dedos de otro; las frases subrayadas o párrafos marcados en amarillo que le dijeron algo a alguien más; las curiosas anotaciones y reflexiones en los márgenes; la eventual dedicatoria en la primera página, a veces enigmática, a veces absurda, a veces del mismo autor. Decía Virginia Woolf que los libros de viejo son libros salvajes, libros sin casa, y tienen un encanto del que carecen los volúmenes domesticados de una biblioteca.

César Sánchez, amigo, editor y también coleccionista de libros usados, se vanagloria de un ejemplar que compró en una librería de viejo, a finales de los años noventa: Cielos e inviernos, del poeta español Ramón Irigoyen. Un libro publicado por Hiperión, cuando Hiperión, se jacta mi amigo, aún publicaba en offset mate sin plastificar. En la primera página, Irigoyen escribió: “A Manuel Vicent, por tantas horas de lectura dichosa”. La dedicatoria al famoso escritor Manuel Vicent le había pasado inadvertida al vendedor de Madrid —me explica César Sánchez con una expresión de cazador en el rostro y su hermosa presa en las manos—: porque el libro estaba intonso.

A otro amigo, Raúl Eguizábal, le gusta buscar libros de viejo los domingos en la mañana, en el Rastro de Madrid. Allí, un domingo, descubrió una edición antigua de la novela Un adolescente, de Dostoievski. Me contó Eguizábal que no se decidía a comprarla porque el vendedor solo tenía el primero de dos tomos, pero que la decisión se le hizo muy fácil al descubrir que adentro, en la portada interior del libro, estaba la firma del gran poeta español Vicente Aleixandre, y abajo, en su misma letra, el año 1928. No sé si tendrá algo que ver, me dijo Eguizábal en su casa de Madrid, pero ese libro de Dostoievski me recordó a un poema de Aleixandre titulado “Adolescencia”, el único poema que Aleixandre se sabía de memoria de todos los que escribió. Luego, aún de pie mientras liaba hebras de tabaco, Eguizábal me contó que aquel domingo, caminando unas horas más tarde en la cuesta de Moyano, encontró y compró el segundo tomo de la novela de Dostoievski.

(En la biblioteca de Eguizábal, en medio y enfrente de tantos libros, abundan los antiguos afiches y carteles publicitarios, la mayoría también encontrados los domingos por la mañana en el Rastro. De toda su colección, mi favorito es un calendario del jabón facial marca John H. Woodbury —pronúnciese udbery, recomienda abajo, en mayúsculas—, pero es mi favorito no por el calendario en sí, sino por el texto escrito a mano, en una letra perfectamente legible, en la parte trasera. Dice así: “Ángel apostó 50 pesetas que tarda la guerra en terminar por lo menos seis meses; o sea, hasta fin de abril no se termina. Yo aposté 5 pesetas a que se termina antes de los seis meses. Hoy 1 de noviembre 1937”. Eguizábal, al mostrármelo, acotó: Los dos perdieron, todos perdimos.).

Cuando visité la casa de un reconocido editor en Valencia, él me enseñó un antiguo libro de poemas de Rainer Maria Rilke titulado Duineser Elegien, en alemán, Elegías de Duino, en español. Una primera edición, creo recordar. Cuando el editor lo compró (por un precio bastante módico, me dijo) en una librería de viejo de Berlín, el libro no tenía dedicatoria alguna. Pero luego, con el paso del tiempo, en la primera página de aquel libro antiguo fue surgiendo (aflorando, me dijo) el autógrafo, oscuro pero legible, del mismo Rilke. Como por arte de magia. O como firmado un siglo tarde por el fantasma de Rilke. O como si Rilke lo hubiese firmado con una tinta invisible, activada por el paso del tiempo o por el roce de los dedos de un editor o acaso por la húmeda y cítrica brisa valenciana.

Mantengo cerca —a veces sobre mi mesa de trabajo, a veces sobre mi mesa de noche— un gastado libro color púrpura que me obsequió un librero de viejo que a ratos también es rabino: Encuentro en Praga, de Juan Gómez Saavedra, II Premio Alfambra. Ni idea quién es Juan Gómez Saavedra, y jamás he leído su cuento “Encuentro en Praga”. Pero en la parte inferior de la cubierta, justo debajo de una fotografía redonda y borrosa del rostro de Kafka, dice en pequeñas letras negras: “Con cuentos de Antonio Di Benedetto, Ricardo Orozco, Roberto Bolaño, Carlos Pérez Merinero y Margarita Martínez Blanco”. Al final del libro, en la última página ya amarillenta por el paso de los años, el índice explica que, en aquel certamen literario de 1983, Antonio di Benedetto ganó el primer accésit con su cuento “Intensa mirada filial”, y Roberto Bolaño el tercer accésit con su cuento “El contorno del ojo”. Y es que aquel certamen literario provinciano fue el detonante o el punto de partida para el cuento magistral “Sensini”, de Bolaño, en el cual un joven escritor exilado en las afueras de Girona llamado Arturo Belano (Bolaño) establece contacto epistolar con el gran escritor argentino Luis Antonio Sensini (Di Benedetto), tras recibir en el correo postal aquel libro color púrpura (este libro color púrpura) y descubrir que ahí, entre los demás finalistas, también está el cuento de uno de los más grandes escritores latinoamericanos. Años después, desde su casa en Blanes, Bolaño dijo del cuento: “Como muchos otros latinoamericanos, participábamos para ganar dinero y supongo que aceptábamos estoicamente las reglas. Para mí fue una época casi feliz. Lo monstruoso era que Di Benedetto ya era, digamos, un clásico de nuestras letras (Zama es una de las novelas más notables que he leído), y ahí estaba, batiéndose el cobre como los más jóvenes. Que participara de aquellos concursos de provincia era como una bomba de relojería. Se puede argüir que todo, en la realidad, es como una bomba de relojería. Pero esas bombas no suelen explotar. Y las vidas de los escritores, en cambio, sí que explotan”.

A veces, cuando mis palabras se estancan, cuando pierdo la fe en la ficción, que es a menudo, alcanzo el viejo y gastado libro color púrpura y lo sostengo en mis manos durante un rato y todo vuelve a hacerme sentido.

martes, 6 de septiembre de 2022

Una biblioteca sin bibliotecario es un almacén

A library without a librarian is a warehouse
– Susan Schavet, Director of Seabrook Library in New Hampshire, USA. Princh, nov. 2021

Ver completo

La biblioteca es el primer lugar en el que se experimenta el dulce placer de la lectura. Mientras crecía, mi visita semanal a la biblioteca me permitía revisar minuciosamente todos los nuevos libros cuidadosamente seleccionados que se exponían. Seleccionados por una bibliotecaria con un buen ojo para lo que estaba de moda en el mundo de la literatura infantil.

He ido envejeciendo a través del sistema de bibliotecas; desde las horas de cuentos, las manualidades, los clubes de lectura hasta las sesiones de investigación y estudio, y las frenéticas horas de redacción. A través de todo esto descubrí que una fuente constante de consuelo en las bibliotecas que visité no era en realidad el Sistema Decimal Dewey (por muy fascinante que sea), sino que eran los bibliotecarios, que están ahí para cada página y paso de la vida.

Una biblioteca no es sólo un lugar para almacenar libros, los bibliotecarios no son trabajadores de almacén, son un importante recurso de la comunidad. Cuando la gente entra en una biblioteca, quiere saber algo más allá que sólo pensar en libros. Quieren saber sobre la zona, los próximos eventos, los mejores lugares de la ciudad. Todo esto no sería posible sin bibliotecarios dedicados, dispuestos a trabajar duro para proporcionar un servicio importante.

 

martes, 23 de agosto de 2022

El Internet de los 70s y 80s.

 

23 agosto 2022
MEMORIAS DE LIMA.
Periódico de Ayer.
El Internet de los 70s y 80s.
Hablemos claro. Durante estas dos décadas teníamos un Internet cerca de casa y se llamaba Biblioteca, un lugar donde todos llegábamos a buscar información complementaria de nuestros libros colegiales.
Coquito fue nuestro primer libro, con él aprendimos a leer, su complemento fueron los cuadernos de Caligrafía Palmer, esos en que teníamos que realizar círculos y palotes que eran un dolor de cabeza para todos.
Venciendo traía todo los datos de historia del Perú y la Enciclopedia de Bruño era un perfecto compendio de todas las materias. Nunca llevé Escuela Nueva, pero supe que este y todos los libros anteriores a excepción de Coquito y Caligrafía Palmer pasaban de mano en mano, como lo decía el comercial de Vinifan, de hermanos a primos, a sobrinos y eran los eternos libros, no como ahora que todo se les da masticadito a los escolares.
Las asignaciones que nos mandaban en el Colegio y que al comienzo realizábamos en hojas rayadas oficio y luego a máquina de escribir, nos llevaba a las Bibliotecas distritales, para ello teníamos que sacar primero nuestro carnet, luego en la casa nos decían "ratones de biblioteca", nadábamos entre un sin fin de libros, enciclopedias, textos etc. Se comparaban párrafos, se tomaba nota en un block escolar, luego se pasaba en limpio, pero antes debíamos poner las ideas claras.
Las imágenes las traían las láminas de Huascarán, eran nuestros salvavidas para los que no sabíamos dibujar.
Hoy los "ratones de Biblioteca" hemos sido reemplazados por los "ratones cibernéticos" aquellos que se pasan horas en el celular leyendo o viendo vídeos con los que aprenden más que en nuestra época, aunque el olor a libro viejo no lo cambio por nada.
Los libros escolares han sido nuestro recuerdo del día.
(JAMEA)
 Puede ser una imagen de 9 personas y texto que dice "Ir hasta la biblioteca, pedir el libro, buscar el tema, resumir y estudiar; no nos dimos cuenta de lo importante que fue."

martes, 16 de agosto de 2022

¿Quién destruyo la gran biblioteca de Alejandría?

15 agosto 2022
La destrucción de la gran biblioteca de Alejandría ha sido lamentada como una de las mayores pérdidas del mundo antiguo. Cerca de un millón de documentos de toda Asiria, Grecia, Persia, Egipto, India y muchas otras civilizaciones poderosas en ese momento adornaron sus estanterías. Nunca se han encontrado rastros de la biblioteca, pero los registros históricos hablan de su devastadora muerte.Who Destroyed the Great Library of Alexandria?

ancient-origins.net

 Puede también interesarte:https://youtu.be/jvWncVbXfJ0

lunes, 30 de mayo de 2022

Las bibliotecas sin libros son el el fin de la palabra impresa?

 

 Fuente: Universo Abierto

30 mayo 2022

Las bibliotecas sin libros son el el fin de la palabra impresa?

Do Bookless Libraries Signal The End of the Printed Word? A writer contemplates the new era of computers in libraries (instead of, well, books).
crimereads.com – Dorothy St. James

Texto completo

Una escritora contempla la nueva era de los ordenadores en las bibliotecas (en lugar de buenos libros).

Una de mis actividades favoritas en una biblioteca es recorrer los estantes y encontrar un libro que no sabía que necesitaba en mi vida. Son accidentes felices. Hay grandes lecturas esperando a ser descubiertas prácticamente en cada esquina.

Mira, aquí hay un libro de no ficción sobre el mal comportamiento de las mujeres en la historia que no había visto antes. Me encantan esos libros. Y no me había dado cuenta de que cierto autor de bestsellers había sacado un nuevo libro. Y eso es sólo un breve resumen de mi último viaje a la biblioteca. Siempre llevo una bolsa grande a la biblioteca para llenarla de libros.

Explorar las estanterías de una biblioteca o una librería es una de mis mejores formas de descubrir nuevas lecturas.

Sin embargo, a nuestras bibliotecas públicas se les pide que hagan más con presupuestos más ajustados. Las bibliotecas se están convirtiendo en centros comunitarios que a menudo ofrecen una amplia gama de programas a sus usuarios. La biblioteca de mi barrio ofrece programas de arte, lecciones de costura, clases de informática y un sinfín de actividades para niños. También disponen de libros electrónicos, audiolibros y música para descargar, DVDs, CDs de audiolibros, CDs de música, así como una gran selección de libros. Esta colección debe actualizarse continuamente con nuevos lanzamientos y con la purga de materiales antiguos que ya no se prestan. Los nuevos materiales pueden ser costosos, especialmente si hay que comprarlos en varios formatos (tapa dura, libro electrónico y audiolibro). Y hay que formar a los bibliotecarios para que utilicen los nuevos sistemas. Muchas bibliotecas no tienen presupuesto para cubrir el coste de hacer, bueno, todo. Hay que tomar decisiones difíciles.

Algunas bibliotecas han decidido mejorar sus resultados eliminando los libros impresos.

Espera. ¿Qué? No. ¿Lo dices en serio?

Esa fue mi reacción instintiva la primera vez que leí sobre lo que se llama bibliotecas sin libros. (El nombre es engañoso. En realidad no son sin libros. Hay libros disponibles en las bibliotecas, sólo que no son ediciones impresas). Pero realmente, esto no es correcto. Estas bibliotecas privan al público del placer del descubrimiento que ya he descrito.

¿Se convertirán las bibliotecas en cibercafés? ¿Sustituirán el dulce aroma de los libros por un olor metálico? No. No me gusta esto. Sí, me gusta leer libros electrónicos. Pero perder los libros impresos. No, esto no me hace feliz.

Me pregunto si nuestros antepasados sintieron la misma sensación de pánico y pérdida cuando los códices sustituyeron a los pergaminos. Un códice es un predecesor de un libro moderno. Tiene páginas que se cosen juntas. La introducción del códice cambió el aspecto y el funcionamiento de los libros de la misma manera que los libros electrónicos están cambiando el aspecto y el funcionamiento de los libros actuales. Ojear las páginas de un códice para encontrar una información determinada era, sin duda, más fácil que tener que pasar por todo un pergamino. Buscar una información en un libro electrónico escribiendo unas pocas palabras en la barra de búsqueda es más fácil que pasar por la lista de páginas que ofrece un índice. Y eso suponiendo que el libro tenga un índice.

Después de reflexionar e investigar un poco más, decidí poner de relieve la cuestión y explorar la tensión que se produce de forma natural cada vez que se producen cambios tecnológicos escribiendo una serie de misterio acogedor. Empecé a preguntarme qué haría una bibliotecaria que tiene un apego emocional a los libros impresos si su biblioteca se convirtiera en una biblioteca sin libros. La respuesta era sencilla. Salvaría los libros. Así nació la serie Beloved Bookroom Mystery.

Mi heroína, Trudell Becket, es auxiliar de biblioteca en la pequeña ciudad de Cypress, Carolina del Sur. Los dirigentes de la ciudad, con la esperanza de atraer puestos de trabajo de alta tecnología a su ciudad, deciden convertir la biblioteca en una biblioteca sin libros de alta tecnología. A Trudell le horroriza la idea. Los libros de las estanterías son sus amigos. Una noche se cuela en la biblioteca y se lleva muchos de los libros que están en cajas para ser retirados de la biblioteca. A continuación, abre una sala de lectura secreta en el sótano de la biblioteca. Mientras está trabajando en el sótano de la biblioteca, alguien mata al alcalde del pueblo, que es el impulsor de la modernización de la biblioteca. Tru no puede decir a la policía su paradero en el momento de su muerte porque no quiere revelar el trabajo que ha estado haciendo en el sótano. Al mismo tiempo, se siente obligada a ayudar a la policía y a asegurarse de que su biblioteca siga siendo un espacio seguro para todos. Por eso, ella y sus amigos deciden investigar por su cuenta. Ese es el comienzo de la serie y la apertura de The Broken Spine, el primer libro de la serie de misterio.

En el segundo libro, A Perfect Bind, un hombre es asesinado en la puerta del sótano que conduce a su sala de libros secreta. ¿Está este asesinato relacionado con los recientes robos en su librería secreta? Tru espera que no. Investiga con la esperanza de demostrarse a sí misma y a sus amigos que el asesinato y los robos no están relacionados. Porque si lo están, tendrá que contar a la policía lo de la librería secreta que no debería existir y arriesgarse a perder sus preciados libros impresos.

Tru es una guerrera de los libros. Está decidida a proteger los libros que ama.

Por suerte, nosotros no estamos llamados a hacer lo mismo. Por ahora, la mayoría de las bibliotecas seguirán llenas de ediciones impresas de libros. Gracias a Dios. Pero un día esos libros podrían quedar tan obsoletos como los antiguos pergaminos.

Así pues, valoremos los libros impresos de las bibliotecas mientras podamos. Al mismo tiempo, podemos celebrar que también existan los libros electrónicos, los audiolibros y las novelas gráficas para los lectores que los aman. Amémoslos todos.

viernes, 16 de septiembre de 2016

Tesoros históricos en bibliotecas







4 bibliotecas secretas que revelaron tesoros históricos

Escondidas por razones políticas o religiosas, estas bibliotecas se convirtieron eventualmente en increíbles descubrimientos




4 bibliotecas secretas que revelaron tesoros históricosLos Archivos Secretos del Vaticano incluyen el decreto de 1521 en el que el Papa León X excomulgó a Martín Lutero.(Foto:Chanclos / Shutterstock.com)

Debajo de las calles de un barrio de Damasco, hileras de estantes contienen libros rescatados de edificios bombardeados. En los últimos cuatro años, durante el asedio a Darayya, los voluntarios han recogido 14.000 libros de casas dañadas por los bombardeos.
Se llevan a un lugar mantenido en secreto por temor a que sea blanco de las fuerzas gubernamentales y pro Assad, y los visitantes tienen que esquivar las balas y proyectiles para llegar al espacio de lectura subterráneo.
Se le ha llamado biblioteca secreta de Siria, y muchos lo ven como un recurso vital.
"En cierto sentido, la biblioteca me devolvió la vida", le dice a la BBC un usuario sistemático, Abdulbaset Alahmar.
"Yo diría que al igual que el cuerpo necesita alimento, el alma necesita libros".
La cueva biblioteca
 (Foto:Shutterstock)
Al borde del desierto de Gobi en China, parte de una red de santuarios rupestres de Dunhuang llamada "Grutas de mil Budas" estuvo sellada por casi 1.000 años.
En 1900, el monje taoísta Wang Yuanlu - guardián no oficial de las cuevas- descubrió la puerta oculta que conducía a una cámara llena de manuscritos que datan del siglo IV cuarto al siglo XI.
Las autoridades provinciales mostraron poco interés en los documentos, pero la noticia de la cueva se propagó, y el explorador de origen húngaro Aurel Stein los convenció de que le vendieran cerca de 10.000 manuscritos.
Delegaciones de Francia, Rusia y Japón le siguieron, y la mayor parte de los textos antiguos salieron de la cueva.
A pesar de ello, muchos de los manuscritos originales pueden verse ahora: una iniciativa para digitalizar la colección fue lanzada en 1994.
El Proyecto Internacional Dunhuang -dirigido por la Biblioteca Británica, con socios en todo el mundo- significa que, como dice The New Yorker, "ahora se puede examinar el mapa de estrellas más antiguo en el mundo, leer una oración escrita en hebreo por un comerciante en su camino desde Babilonia a China, (...) examinar un contrato fijado para la venta de una esclava para cubrir una deuda del comerciante de seda".
Nadie sabe por qué la cueva estaba sellada.
Uno de los documentos de Dunhuang, el Sutra del Diamante, es una obra sagrada budista clave: de acuerdo con la Biblioteca Británica, la copia en la cueva se remonta a 868 y es el libro impreso completo y fechado más antiguo que se haya descubierto hasta ahora.
Los secretos del Vaticano
 (Foto:Cristian Puscasu / Shutterstock.com)
La ubicación de otro alijo oculto de textos religiosos se ha conocido desde que fue fundado en 1612.
Sin embargo, eso no ha impedido que sea objeto de teorías de la conspiración.
El Archivo Secreto del Vaticano cuentan con correspondencias papales que se remonta a más de 1.000 años, y apareció en la novela "Ángeles y demonios" de Dan Brown, en la que un "experto en simbología" de Harvard se enfrenta a los Illuminati.
El Papa León XIII permitió por primera vez que estudiosos cuidadosamente escogidos lo visitaran en 1881, y ahora muchos documentos pueden ser vistos por los investigadores. El acceso a las áreas de archivos sigue prohibido.
Ubicado en un búnker de hormigón, que forma parte de un ala detrás de la basílica de San Pedro, los archivos están protegidos por guardias suizos y policías del Vaticano.
Contiene la correspondencia entre el Vaticano y figuras como Mozart, Erasmo, Carlomagno, Voltaire y Adolfo Hitler y la petición del rey Enrique VIII de anular su matrimonio con Catalina de Aragón. Cuando esta fue rechazada por el papa Clemente VII, Enrique se divorció de ella y provocó la ruptura de Roma con la Iglesia de Inglaterra.
También está el decreto de 1521 del Papa León X excomulgando a Martín Lutero, una transcripción escrita a mano del juicio contra Galileo por herejía y una carta de Miguel Ángel, donde se queja porque no le habían pagado el trabajo en la Capilla Sixtina.
Más que otro ladrillo en la pared
 (Foto: Christopher Rose /Flickr bajo licencia de Creative Commons)
Defendido no por la guardia armada, sino por siglos de olvido, una colección en el Cairo Viejo (Fustat), de Egipto quedó olvidada hasta que un judío rumano reconoció su importancia.
Jacob Saphir describió el alijo en un libro de 1874, pero no fue hasta 1896, cuando las hermanas gemelas escocesas Agnes Lewis y Margaret Gibson mostraron algunos de sus manuscritos al académico Salomón Schechter de la Universidad de Cambridge que el hallazgo se hizo ampliamente conocido.
Ocultos en una pared de la sinagoga Ben Ezra estaban casi 280.000 fragmentos de manuscritos judíos, el conjunto de lo cual se ha dado en llamar el Genizá de El Cairo.
Según la ley judía, los escritos que contienen que el nombre de Dios no se pueden tirar: los que han caído en desuso se almacenan en un área de una sinagoga o el cementerio hasta que puedan ser enterrados. El repositorio se conoce como Genizá, que viene del hebreo y originalmente significaba "esconderse", y más tarde pasó a ser "archivo".
Durante 1 . 000 años, la comunidad judía en Fustat depositó sus textos allí. Y el Genizá de El Cairo quedó intacto.
Los fragmentos revelan que los comerciantes judíos colaboraron con los cristianos y musulmanes; que los judíos fueron tratados con más tolerancia de lo que se creía previamente, y que el antisemitismo era menos común de lo pensado.
Entre líneas
En 2013, el historiador de libros medievales Erik Kwakkel describió un "notable descubrimiento" realizado por estudiantes en la Universidad de Leiden.
"Mientras estaban revisando sistemáticamente los restos de encuadernación en la biblioteca", escribió en su blog, encontraron "132 notas, cartas y recibos de un tribunal no identificado en la región del Rin, apuntados en pequeños trozos de papel. Estaban ocultos dentro de la encuadernación de un libro impreso en 1577".
Los fragmentos eran ejemplos de desperdicios reciclados por los encuadernadores.
Incluyen recibos, solicitudes a los criados y listas de compras, y es una colección rara para los historiadores. "Mensajes como estos nos llevan lo más cerca posible a la sociedad medieval real que se puede lograr", escribe Kwakkel.
Y es una colección que podría ser mucho más grande de lo que se pensaba.
Usando una tecnología de rayos X creada para mirar debajo de la superficie de las pinturas y detectar las primeras etapas de composición, Kwakkel ha desarrollado una manera de ver a través de las frágiles encuadernaciones de libros. En octubre de 2015, comenzó a escanear antiguos libros impresos en la Biblioteca de la Universidad de Leiden.
Aunque la tecnología debe mejorarse, es un proceso que podría revelar una biblioteca secreta dentro de una biblioteca.
"Podríamos ser capaces de acceder a una "biblioteca" medieval oculta si somos capaces de acceder a los miles de fragmentos manuscritos escondidos en las encuadernaciones", dijo.

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