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martes, 12 de julio de 2022

El Cuartel o Fuerte de Santa Catalina.

MEMORIAS DE LIMA.
Conociendo mi Ciudad.
El Cuartel o Fuerte de Santa Catalina.
El Cuartel o Fuerte de Santa Catalina es una construcción de estilo neoclásico y es uno de los pocos ejemplos representativos de la arquitectura virreinal militar que aun existen en el Perú. Data de la primera década del siglo XIX y fue edificado en los terrenos llamados ”Huerta de los Llanos” y “Huerta Perdida” o del “Cuero”, los cuales pertenecían a los Monasterios de Santa Catalina de Siena y de la Concepción respectivamente. El inmueble se encuentra inscrito como propiedad del Estado Peruano en el Margesí de Bienes Nacionales: Asiento 12, Foja 37, Tomo I del Libro de Predios de Lima teniendo, en la actualidad, un área total de 25,250 metros cuadrados. El tradicionalista limeño Ricardo Palma, en una de sus tradiciones peruanas, afirma que durante el gobierno del Virrey Gabriel de Avilés se principió la fábrica del cuartel de Santa Catalina para cuartel de artillería, bajo la dirección del entonces coronel, y más tarde Virrey, Don Joaquín de la Pezuela.
El Cuartel de Santa Catalina está ubicado en el jirón Inambari S/N, esquina con la cuadra 12 del jirón Andahuaylas (Calle Costado del Cuartel), en la Plazuela de Santa Catalina en los Barrios Altos de Lima.
La fachada muestra un torreón esquinero, de adobe y dispuesto en talud, la gran portada de madera de ingreso al Cuartel que es de estilo neoclásico, con pilastras neoclásicas de capiteles corintios y jónicos y arco rebajado en segmento de círculo, la torre cuadrada de madera -ahora sin reloj-, guardacantones (cañones antiguos empotrados delante de la puerta), torres flanqueantes, almenadas, estilizadas y con aspilleras, y un muro almenado que muestra modillones en uno de sus tramos.
Sobre el Cuartel de Santa Catalina el gran estudioso de Lima, arquitecto Héctor Velarde, apunta:
El cuartel es un interesante ejemplo de edificación castrense de los últimos años de la Colonia, caracterizado por sus anchos muros en talud. Estos son de adobe con torreones en las esquinas y, sobre su portada neoclásica, se alza una torre cuadrada. Aparte del interés histórico que posee y del valor histórico-artístico que le es propio por ser uno de los pocos ejemplos limeños que existen de arquitectura militar colonial, tiene una gran importancia urbanística como elemento que conforma el espacio de la Plazuela de Santa Catalina.
Actualmente la edificación es propiedad del Instituto Nacional de Cultura y constituye aproximadamente solo la quinta parte del edificio original.
Desde la realización en 1998 de los trabajos de arqueología, los terrenos pertenecientes al INC han sido ocupados por la Escuela de Restauración denominada Escuela Taller de Lima, la cual es subvencionada por la Asociación Española de Cooperación Internacional (AECI). Esta escuela se encarga de la restauración integral del monumento mencionado.
Fuente y Fotos: Lima Antigua.
 

martes, 17 de mayo de 2022

El ejército incaico

EL EJÉRCITO INCAICO
Desde el gobierno de Túpac Yupanqui, existió una élite de soldados especializados en el cuidado del Sapa Inca durante los paseos, viajes o conquistas. Estos eran principalmente tropas de origen cusqueño, aunque con el tiempo también se incluyó a soldados destacados de otras etnias, como los Kollaguas que procedían de los actuales territorios de Arequipa. Esta guardia imperial llegó a tener unos 10.000 miembros que acompañaban siempre al emperador, todos ellos de origen noble.
Todo soldado inca debía tener entre 25 y 50 años. Todos los súbditos del imperio, o runas, hacían el servicio militar o trabajos para el Estado. En el caso de los nobles, éste era un honor y un deber; en caso de los plebeyos era un medio de ascensión social. Se elegía a uno de cada 50 hombres para el servicio militar (de preferencia hombres jóvenes), sobre los 25 años (esa era la edad en que según los incas se cumplía mayoría de edad). Según el concepto de dualidad también se mandaba a una de cada 50 mujeres jóvenes a servir en un Templo de las Vírgenes del Sol de por vida.
Los soldados incas de alto rango eran elegidos mediante la celebración del Warachikuy, fiesta en la cual se hacían diversas pruebas de destreza física como velocidad, puntería, combates simulados, y resistencia al sueño (Victor Angles Vargas, Historia del Cusco incaico, pág. 265 cuenta que algunos incas lograban superar una semana sin dormir).
Cuando se cumplía cierto período (generalmente 6 a 7 años) el soldado quedaba relevado, pero los oficiales profesionales eran soldados permanentes y pagados. Los militares tuvieron muchos privilegios. El estado les alimentaba, les daba casa, ropa y muchos regalos de coca, joyas y esposas.
Los runas de la costa, a diferencia de los de la sierra, estaban libres de servir, posiblemente por que no podían soportar las condiciones climáticas de los Andes donde solían ejecutarse las batallas.
Los ejércitos incas se caracterizaban por ser disciplinados y bien organizados, sus tropas solían estar en silencio y sólo al momento de atacar gritaban o cantaban, acompañados de instrumentos de música con el fin de asustar al enemigo. Además el ejército marchaba acompañado por un alto número de mujeres, a veces familiares de los soldados, quienes se encargaban de cocinar, vestir, encargarse de los heridos y enterrar a los muertos (esto era algo común en la zona centro andina precolombina). Los ejércitos incas, por motivos religiosos, no luchaban de noche. Los sacerdotes viajaban con el ejército; su función era rezar, hacer sacrificios y tratar de debilitar al enemigo mediante prácticas.
Los soldados que se distinguían en la lucha demostrando su valentía recibían recompensas. Los soldados comunes eran premiados con objetos de metal, medallas o vestidos.
Una vez que la batalla había terminado, los jefes enemigos derrotados sólo eran ejecutados si rehusaban aceptar la soberanía de los incas estos se hacian con los cuchillos de cobre que manejaban los soldados Incas . Algunos, particularmente los más aguerridos y rebeldes, eran sacrificados, pero en su mayoría, los pueblos conquistados pasaban a formar parte del imperio.
Los pueblos conquistados debían hablar la lengua de los incas, adorar a sus dioses y, en suma, vivir como ellos. Los funcionarios incas hacían un cuidadoso estudio de toda la zona conquistada.
Imagen: Oficial Inca ...
Fuente: Historia Universal.
 
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