martes, 19 de julio de 2022

La valentía de un niño.

18 julio 2022
MEMORIAS DE LIMA.
Periódico de Ayer.
La valentía de un niño.
Colaboración: César Andrade Almonacid.
Quienes pasan por la avenida México a la altura del colegio Pedro Labarthe, podrán divisar a la entrada de la avenida San Luis, dos bustos. Antes estaban en medio de la avenida México. No sé cuándo los sacaron de ahí, y los reubicaron en la entrada de la Av. San Luis. Uno de los bustos honra la memoria de un niño. ¿Quién es?
Era un niño piurano radicado con su familia en Lima en el barrio del Porvenir en la Victoria. Su papa trabajaba en Tacora por la parada y el niño solía ayudarle en su trabajo. En sus ratos libres solía pasear por la zona viendo las tiendas, los locales comerciales etc.
Un día que regresaba a su barrio, se encontró con un dantesco incendio que reducía a cenizas una casona antigua que albergaba a medio centenar de familias. Las numerosas unidades de bomberos no se daban abasto para apagar el pavoroso fuego que devoraba el predio. El niño se metió entre la multitud de curiosos y divisó a una mujer que gritaba suplicando ayuda: Sus dos hijos estaban atrapados dentro de la casona.
Debido a la magnitud del fuego nadie ni los bomberos se atrevían a entrar. La madre en un momento de desesperación, intentó entrar siendo atajada por los presentes mientras lloraba desgarradoramente.
-Un niño ha entrado! Gritó una persona. Era que el niño mientras todos se ocupaban de la señora, se había puesto encima una frazada mojada que alguien había traído y había entrado corriendo al caserón.
Apenas llegado a donde estaban los niños, cogió a uno, y rápidamente corrió hacia la entrada donde lo dejó y, antes que evitaran que volviera a entrar, regresó por el segundo logrando sacarlo también.
La madre de los niños agradecida lo abrazaba y lo enaltecía pero el estaba aturdido y asustado pues esta vez las llamas y el humo habían aumentado y había recibido quemaduras.
Mientras era atendido, escucho los gritos de otra mujer que recién había llegado y que gritaba diciendo que sus dos pequeños niños estaban atrapados en un cuarto al fondo del caserón y esta vez sí era imposible poder rescatarlos.
No se explica en qué momento o descuido el niño volvió a entrar después de haber dudado. Cuando los bomberos fueron tras él, el fuego los hizo retroceder.
El niño llego al fondo de la quinta, y a patadas rompió la puerta que estaba envuelta en llamas. Dentro encontró a los pequeños abrazados y arrinconados en una esquina del cuarto. Ante la imposibilidad de sacarlos de uno en uno, cogió a los pequeños uno en cada brazo y se dirigió hacia la salida. La casona era antigua, de barro y quincha y el fuego ya la había envuelto por completo.
El niño avanzaba jadeando entre el humo, las llamas y los trozos ardientes de madera que caían estrepitosamente, llevando en sus brazos a los pequeños que se aferraban aterrorizados a el y ante los gritos de aliento de la gente y los bomberos. Cuando estaba a mitad de camino, una enorme viga envuelta en llamas se desprendió y cayó encima de los tres junto con el techo. Los bomberos dejando de lado su miedo entraron como una tromba con sus mangueras pero ya era muy tarde. Después de mucho esfuerzo lograron rescatar los cadáveres del valeroso niño y los pequeños. Era el 10 de marzo de 1,951.
Se llamaba Alejandro Sánchez Arteaga, y era piurano. Tenía catorce años y era brigadier de la policía escolar de su colegio numerado con el 4405. Su acto heroico conmovió a la opinión pública de su tiempo.
El gobierno lo declaró héroe nacional y patrono de la policía escolar. El colegio donde estudió lleva ahora su nombre, y se erigió un busto en el parque donde solía pasear al cual se le puso también su nombre.
Ironías de la vida: No sé en qué momento su busto fue sacado del parque y colocado en la avenida México, y ahora está escondido a la entrada de la avenida San Luis.
Y el parque donde solía pasear, nadie lo conoce por su nombre: "parque Alejandro Sánchez Arteaga", sino como "el parque Cánepa". El niño héroe ha sido olvidado y borrado de la memoria colectiva de los peruanos como muchos héroes sin nombres olvidados por la ingratitud.
"No hay amor más grande que este: Dar la vida por los amigos" (Jesús de Nazaret)

Memorias de Lima.
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