¿Cómo se hacían las tareas antes de que exista Google? Libros, enciclopedias y diccionarios que ya no se usan
En 1998, Google apareció para cambiar la vida de millones de personas. Hoy es la tercera compañía más grande del mundo. Esta semana volvieron las clases en el Perú: ¿cómo hacíamos las tareas hace diez años?
En
los 90, antes que una bomba traiga apagón, un señor de camisa y corbata
llegaba hasta la puerta de tu casa, tocaba el timbre y se sentaba en
uno de los sillones de terciopelo comprados en la Feria del Hogar para
explicar la maravilla dentro de su maletín: los 8 tomos de la
Enciclopedia Océano, los 7 volúmenes de la Sopena o los 4 libros de las
didácticas Preguntas y Respuestas de Carlitos, Charlie Brown. Luego de
arreglar un convenio de 6 o 7 letras de pago, en unos recibos amarillos
que se llenaban con lapícero y después de invitarle un vaso de Inka
Kola, el señor de saco y corbata sacaba un bonus track: el Baldor o el
último Larousse.
Las únicas búsquedas que se hacían entonces eran de cachuelos para saber cómo pagar. Nadie sabía que era Google. Y así hacíamos las tareas: tarde a la noche, revisando los libros y prendiendo un lamparín.
En
los 2000, un señor de camisa y corbata llegaba hasta la puerta de tu
casa, tocaba el timbre y se sentaba en uno de los sillones de terciopelo
para explicar la maravilla dentro de su maletín: todos los kilos de
sabiduría que venían en las enciclopedias de lomo guinda y letras en pan
de oro se habían reducido a un cd: el instalador de Internet, el
invento más revolucionario del siglo XXI. Y con él, después de una
sofisticada configuración, la aparición del diccionario de consulta más
grande de la historia:
Google.
Fue en un garaje de Menlo Park, de Susan Wojcicki, donde Larry Page y Sergey Brin crearon la primera oficina de Google. Hoy, incluso, gracias a Google Street View se puede volver a ver el lugar en una foto de 360 grados.
Viente años
después de su nacimiento, esta nota también es un homenaje: al Sopena,
Océano, Baldor, Diccionario Larousse Ilustrado, Escuela Nueva y muchos
otros libros que nos acompañaron antes de que todo se resuma a un click.
Luego de Encarta y antes de Google.
Cuando no sabíamos qué rayos era 'googlear'.
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