Mario Vargas Llosa cumple 80 años: los hitos de su trayectoria
- Enrique Planas
- Escritor y periodista
Como en “Travesuras de la niña mala”, novela en la que la
historia y las ciudades se entrecruzan con el romance de sus
protagonistas, repasamos aquí los 80 años del Nobel peruano Mario Vargas Llosa en sus innumerables vueltas al mundo.
LOS 40: LA LITERATURA DE SU TIEMPO
En 1936, año del nacimiento de Mario Vargas Llosa, el presidente Óscar R. Benavides convocó elecciones. Entonces salió ganador Luis Antonio Eguiguren, pero el general las anuló, tras acusar al candidato de haber hecho un acuerdo con los apristas, entonces fuera de la ley. Así, el general se mantuvo en el mando y estableció un duro régimen bajo el lema “Orden, paz y trabajo”. Frente a la oscuridad política, la literatura brillaba bajo la influencia del indigenismo, que daría inicio a la literatura moderna. El tema de la problemática indigenista apareció en 1920 con los cuentos de Enrique López Albújar y se consolidó más tarde con las novelas de Ciro Alegría: “La serpiente de oro” (1935), “Los perros hambrientos” (1939) y “El mundo es ancho y ajeno” (1941). La corriente alcanzó su máxima expresión en la obra de José María Arguedas.
LOS 50: AÑOS DE FORMACIÓN
El gobierno de Manuel A. Odría, el llamado ochenio (1948-56), estuvo marcado por una profunda corrupción, copamiento de instituciones públicas, manipulación de leyes electorales, espionaje y represión, vicios que Vargas Llosa reflejará en “Conversación en La Catedral” 13 años después de concluido el régimen. Julio Ramón Ribeyro lo haría antes con “Los gallinazos sin plumas” (1955) y Enrique Congrains con la novela “No una, sino muchas muertes” (1957).
Los 50 fueron los años formativos del escritor, militante del Partido Comunista en San Marcos en 1953 y lector voraz de una literatura influida por las vanguardias, el modernismo anglosajón de Joyce y el ambiente rural norteamericano de Faulkner. En 1959, con solo 23 años, publicó “Los jefes”, el mismo año de la revolución cubana, punto de partida, en muchos sentidos, de todo lo que desde entonces ha ocurrido en América Latina.
LOS 60: CUBA Y EL COMPROMISO POLÍTICO
En 1962, en París, Vargas Llosa estuvo a punto de cometer una locura: enrolarse en la Legión Extranjera. “Hubiera sido el disparate más grandioso de mi vida”, confesaría más tarde. Quién sabe si lo habría alejado del ‘boom’ latinoamericano, fenómeno editorial y literario que surgió en esta década, cuando el trabajo de un grupo de autores latinoamericanos relativamente jóvenes fue ampliamente distribuido por Iberoamérica: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y el joven autor de “La ciudad y los perros”, publicada en 1963.
Pero es también la década en que surgió la fundamental crisis ideológica de un escritor antes comprometido con el socialismo y la revolución cubana. En 1966, en Cuba se crearon campos de concentración para encerrar, junto a los delincuentes comunes, a homosexuales y opositores al régimen. Asimismo, estalló el escándalo con la encarcelación del escritor Heberto Padilla y su esposa en un recital literario.
Consternado, Vargas Llosa le escribió a Fidel Castro y luego viajó a la isla con Julio Cortázar. Fidel reconoció ante el peruano que se habían cometido abusos e hicieron las paces. Pero ya algo se había roto en la relación del escritor y la revolución cubana. En 1968, fue testigo de la Primavera de Praga y su final con la invasión de tanques rusos. Una experiencia deprimente que marcó su cambio ideológico. Vargas Llosa optó por Albert Camus frente a Sartre y descubrió a pensadores liberales como Karl Popper o Isaiah Berlin.
LOS 70: REPLANTEO IDEOLÓGICO
En el período de 1971 a 1984, Vargas Llosa mantuvo su preeminencia literaria, pero convirtió en enemigos a sus antiguos camaradas políticos. Y mientras rompía en el Perú con la dictadura del general Velasco, se acercaba gradualmente a la derecha liberal.
Para mediados de la década de 1970, la represión militar se hizo más cruda en toda América Latina, con atroces dictaduras como las de Augusto Pinochet en Chile o Jorge Rafael Videla en Argentina. Asimismo, el gobierno de Fidel Castro perdió gran parte de su credibilidad y el entusiasmo revolucionario fue mitigándose para muchos. Así, mientras los autores del ‘boom’ profundizaron en la figura del dictador en sus novelas, el liberalismo de Vargas Llosa reivindicaba la libertad como algo más importante que el poder. Por cierto, el célebre puñetazo a su viejo amigo Gabo ocurrió en 1976.
LOs 80: LÍDER LIBERAL Y PROTAGONISTA DE LA POLÍTICA PERUANA
La época del experimentalismo literario y de las grandes metáforas colectivas que había marcado las intenciones estéticas y políticas del ‘boom’ estaba por llegar a su fin con el arribo de los años 80. En 1981, Vargas Llosa publicó “La guerra del fin del mundo”, que refleja el radical cambio de sus convicciones ideológicas. El tema de la libertad se convertirá en una cruzada personal contra los fanatismos de toda laya. Asimismo, el poder distorsionador de la ideología irrumpiría como tema recurrente en sus ensayos y conferencias.
En general, los escritores del ‘boom’ adoptaron un estilo más realista y convencional, en concordancia con esta frívola década. Aficionado al fútbol, Vargas Llosa ejerció como el más lúcido y divertido periodista deportivo en el Mundial de España 1982 y dos años después no podría resistirse a integrar el jurado de un concurso de belleza.
En el Perú, sin embargo, el terrorismo y la desesperación se imponían. En 1983, tras ser nombrado por el presidente Fernando Belaunde, el escritor encabezó las pesquisas de la comisión investigadora de Uchuraccay, pueblo en el que encontraron terrible muerte ocho periodistas.
En 1987, Vargas Llosa se convirtió en líder político al encabezar la protesta contra la nacionalización del sistema financiero decretada por el gobierno de Alan García. Luego fundó el movimiento Libertad y se presentó como candidato a la presidencia del Perú por el Fredemo (Frente Democrático) en 1990. En estos tiempos profundizó su amistad con la primera ministra británica Margaret Thatcher.
Los 90: DERROTA ELECTORAL Y REGRESO A LA ESCRITURA
Luego de perder las elecciones frente a Alberto Fujimori en 1990, Vargas Llosa regresó a Londres, donde retomó su actividad literaria. Ese mismo año, en México, calificó de “dictadura perfecta” al sistema político mexicano, entonces con el neoliberal Carlos Salinas de Gortari en la presidencia (el PRI llevaba más de seis décadas en el gobierno azteca).
En 1992, se convirtió en férreo enemigo del régimen fujimorista tras el autogolpe del 5 de abril. Un año después, obtuvo la nacionalidad española sin perder la peruana. El 1994, el Premio Cervantes llegó a sus manos.
2000: ACTOR Y TESTIGO
La inquietud global de Vargas Llosa se sintetizó en sus viajes a los conflictivos escenarios de Iraq y Palestina. En el 2003, fue testigo de la guerra y la ocupación militar estadounidense que derrocó la dictadura de Saddam Hussein. Allí recogió diversos testimonios de la sociedad, esperanzado en una estabilización política que no llega hasta hoy.
Dos años después, viajó a Israel y a Palestina para observar la salida de los colonos de 21 asentamientos israelíes de la franja de Gaza. Aunque defiende la existencia de Israel y su derecho a defenderse del fanatismo, el escritor fue un duro crítico del Gobierno Israelí por sus políticas en la cuestión palestina.
2010: EL NOBEL Y MÁS
Horas después de recibir el Premio Nobel, el escritor peruano fue enfático al declarar a la prensa que el galardón no lo iba a convertir en una estatua. En efecto, su aniversario 80 encuentra a Vargas Llosa viviendo intensamente. Desde la Fundación Internacional para la Libertad influye en la agenda mundial, buscando el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la defensa de una sociedad abierta. Después del premio de la Academia Sueca, ha publicado las novelas “El héroe discreto” (2013) y “Cinco esquinas” (2016).
LOS 40: LA LITERATURA DE SU TIEMPO
En 1936, año del nacimiento de Mario Vargas Llosa, el presidente Óscar R. Benavides convocó elecciones. Entonces salió ganador Luis Antonio Eguiguren, pero el general las anuló, tras acusar al candidato de haber hecho un acuerdo con los apristas, entonces fuera de la ley. Así, el general se mantuvo en el mando y estableció un duro régimen bajo el lema “Orden, paz y trabajo”. Frente a la oscuridad política, la literatura brillaba bajo la influencia del indigenismo, que daría inicio a la literatura moderna. El tema de la problemática indigenista apareció en 1920 con los cuentos de Enrique López Albújar y se consolidó más tarde con las novelas de Ciro Alegría: “La serpiente de oro” (1935), “Los perros hambrientos” (1939) y “El mundo es ancho y ajeno” (1941). La corriente alcanzó su máxima expresión en la obra de José María Arguedas.
LOS 50: AÑOS DE FORMACIÓN
El gobierno de Manuel A. Odría, el llamado ochenio (1948-56), estuvo marcado por una profunda corrupción, copamiento de instituciones públicas, manipulación de leyes electorales, espionaje y represión, vicios que Vargas Llosa reflejará en “Conversación en La Catedral” 13 años después de concluido el régimen. Julio Ramón Ribeyro lo haría antes con “Los gallinazos sin plumas” (1955) y Enrique Congrains con la novela “No una, sino muchas muertes” (1957).
Los 50 fueron los años formativos del escritor, militante del Partido Comunista en San Marcos en 1953 y lector voraz de una literatura influida por las vanguardias, el modernismo anglosajón de Joyce y el ambiente rural norteamericano de Faulkner. En 1959, con solo 23 años, publicó “Los jefes”, el mismo año de la revolución cubana, punto de partida, en muchos sentidos, de todo lo que desde entonces ha ocurrido en América Latina.
LOS 60: CUBA Y EL COMPROMISO POLÍTICO
En 1962, en París, Vargas Llosa estuvo a punto de cometer una locura: enrolarse en la Legión Extranjera. “Hubiera sido el disparate más grandioso de mi vida”, confesaría más tarde. Quién sabe si lo habría alejado del ‘boom’ latinoamericano, fenómeno editorial y literario que surgió en esta década, cuando el trabajo de un grupo de autores latinoamericanos relativamente jóvenes fue ampliamente distribuido por Iberoamérica: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Carlos Fuentes y el joven autor de “La ciudad y los perros”, publicada en 1963.
Pero es también la década en que surgió la fundamental crisis ideológica de un escritor antes comprometido con el socialismo y la revolución cubana. En 1966, en Cuba se crearon campos de concentración para encerrar, junto a los delincuentes comunes, a homosexuales y opositores al régimen. Asimismo, estalló el escándalo con la encarcelación del escritor Heberto Padilla y su esposa en un recital literario.
Consternado, Vargas Llosa le escribió a Fidel Castro y luego viajó a la isla con Julio Cortázar. Fidel reconoció ante el peruano que se habían cometido abusos e hicieron las paces. Pero ya algo se había roto en la relación del escritor y la revolución cubana. En 1968, fue testigo de la Primavera de Praga y su final con la invasión de tanques rusos. Una experiencia deprimente que marcó su cambio ideológico. Vargas Llosa optó por Albert Camus frente a Sartre y descubrió a pensadores liberales como Karl Popper o Isaiah Berlin.
LOS 70: REPLANTEO IDEOLÓGICO
En el período de 1971 a 1984, Vargas Llosa mantuvo su preeminencia literaria, pero convirtió en enemigos a sus antiguos camaradas políticos. Y mientras rompía en el Perú con la dictadura del general Velasco, se acercaba gradualmente a la derecha liberal.
Para mediados de la década de 1970, la represión militar se hizo más cruda en toda América Latina, con atroces dictaduras como las de Augusto Pinochet en Chile o Jorge Rafael Videla en Argentina. Asimismo, el gobierno de Fidel Castro perdió gran parte de su credibilidad y el entusiasmo revolucionario fue mitigándose para muchos. Así, mientras los autores del ‘boom’ profundizaron en la figura del dictador en sus novelas, el liberalismo de Vargas Llosa reivindicaba la libertad como algo más importante que el poder. Por cierto, el célebre puñetazo a su viejo amigo Gabo ocurrió en 1976.
LOs 80: LÍDER LIBERAL Y PROTAGONISTA DE LA POLÍTICA PERUANA
La época del experimentalismo literario y de las grandes metáforas colectivas que había marcado las intenciones estéticas y políticas del ‘boom’ estaba por llegar a su fin con el arribo de los años 80. En 1981, Vargas Llosa publicó “La guerra del fin del mundo”, que refleja el radical cambio de sus convicciones ideológicas. El tema de la libertad se convertirá en una cruzada personal contra los fanatismos de toda laya. Asimismo, el poder distorsionador de la ideología irrumpiría como tema recurrente en sus ensayos y conferencias.
En general, los escritores del ‘boom’ adoptaron un estilo más realista y convencional, en concordancia con esta frívola década. Aficionado al fútbol, Vargas Llosa ejerció como el más lúcido y divertido periodista deportivo en el Mundial de España 1982 y dos años después no podría resistirse a integrar el jurado de un concurso de belleza.
En el Perú, sin embargo, el terrorismo y la desesperación se imponían. En 1983, tras ser nombrado por el presidente Fernando Belaunde, el escritor encabezó las pesquisas de la comisión investigadora de Uchuraccay, pueblo en el que encontraron terrible muerte ocho periodistas.
En 1987, Vargas Llosa se convirtió en líder político al encabezar la protesta contra la nacionalización del sistema financiero decretada por el gobierno de Alan García. Luego fundó el movimiento Libertad y se presentó como candidato a la presidencia del Perú por el Fredemo (Frente Democrático) en 1990. En estos tiempos profundizó su amistad con la primera ministra británica Margaret Thatcher.
Los 90: DERROTA ELECTORAL Y REGRESO A LA ESCRITURA
Luego de perder las elecciones frente a Alberto Fujimori en 1990, Vargas Llosa regresó a Londres, donde retomó su actividad literaria. Ese mismo año, en México, calificó de “dictadura perfecta” al sistema político mexicano, entonces con el neoliberal Carlos Salinas de Gortari en la presidencia (el PRI llevaba más de seis décadas en el gobierno azteca).
En 1992, se convirtió en férreo enemigo del régimen fujimorista tras el autogolpe del 5 de abril. Un año después, obtuvo la nacionalidad española sin perder la peruana. El 1994, el Premio Cervantes llegó a sus manos.
2000: ACTOR Y TESTIGO
La inquietud global de Vargas Llosa se sintetizó en sus viajes a los conflictivos escenarios de Iraq y Palestina. En el 2003, fue testigo de la guerra y la ocupación militar estadounidense que derrocó la dictadura de Saddam Hussein. Allí recogió diversos testimonios de la sociedad, esperanzado en una estabilización política que no llega hasta hoy.
Dos años después, viajó a Israel y a Palestina para observar la salida de los colonos de 21 asentamientos israelíes de la franja de Gaza. Aunque defiende la existencia de Israel y su derecho a defenderse del fanatismo, el escritor fue un duro crítico del Gobierno Israelí por sus políticas en la cuestión palestina.
2010: EL NOBEL Y MÁS
Horas después de recibir el Premio Nobel, el escritor peruano fue enfático al declarar a la prensa que el galardón no lo iba a convertir en una estatua. En efecto, su aniversario 80 encuentra a Vargas Llosa viviendo intensamente. Desde la Fundación Internacional para la Libertad influye en la agenda mundial, buscando el fortalecimiento de las instituciones democráticas y la defensa de una sociedad abierta. Después del premio de la Academia Sueca, ha publicado las novelas “El héroe discreto” (2013) y “Cinco esquinas” (2016).
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