Marco Aurelio Denegri aclara algunas falsedades sobre Cristóbal Colón
A propósito de la reciente conmemoración del Descubrimiento de América, Marco Aurelio Denegri escribe sobre Cristóbal Colón
Marco Aurelio Denegri escribe semanalmente la columna "El ojo de Lima". (Foto: Víctor Idrogo/ El Comercio)
Conmemoramos un nuevo aniversario del Descubrimiento de América, o más precisamente, del hecho de haber llegado Colón a una de las Islas Bahamas, que los nativos llamaban Guanahaní y que Colón denominó San Salvador.
Acerca de
Colón, como acerca de cualquier personaje histórico considerable, hay
desfiguraciones, falsedades y lugares comunes que la crítica
especializada, felizmente, se ha encargado de ir desvaneciendo; pero
como las aclaraciones de los estudiosos y eruditos no suelen llegar al
gran público, éste sigue repitiendo los errores y esparciéndolos
inconsideradamente.
Véase la ejemplificación correspondiente.
En el
Pequeño Larousse Ilustrado se dice que el célebre navegante nació
“probablemente” en Génova. Y lo mismo consta en el tercer tomo del
Diccionario Enciclopédico Planeta.
¡No,
señores, no: el origen genovés de Colón no es probable, sino cierto! Hoy
está perfectamente averiguado que Colón nació en Génova en 1451.
Para
aquilatar debidamente la figura de Colón y la empresa del
Descubrimiento, hay que desbrozar el asunto de leyendas y falsedades, y
señalar los defectos y pecados del Almirante.
No es
cierto, por ejemplo, que la reina haya ofrecido empeñar sus joyas para
pagar la expedición, porque la reina ya las tenía empeñadas; las había
empeñado para rescatar la ciudad de Baza. Entonces, una de dos: o se
refería a otras joyas, que por lo demás no se conocen, o, sencillamente,
se había olvidado de que tenía sus joyas empeñadas.
Tampoco es
cierto que Colón se haya enfrascado en una discusión con los sabios de
Salamanca, refutándolos. Claro; es pues inconcebible que los sabios se
pusiesen a discutir con una persona de cultura rudimentaria como Colón,
quien además era por entonces un don nadie.
Desde
pequeños nos cuentan la historia de que hubo tres carabelas: la “Niña”,
la “Pinta” y la “Santa María”. Eso es falso, porque la “Santa María” no
era carabela, sino nao; las únicas carabelas eran la “Niña” y la
“Pinta”.
Tampoco es
verdad que Colón haya muerto en la pobreza. No; cuando murió en
Valladolid, víctima de la gota y otros achaques, en 1506, conservaba
todos sus títulos y privilegios.
Los datos
del presente artículo y otros más que no publico por falta de espacio,
completan la figura de Colón; nos ofrecen del Almirante el claroscuro
que indudablemente fue, ese contraste de luz y sombras que por lo demás a
todos y cada uno de nosotros nos caracteriza; somos, en efecto, medio
bestias y, a la vez, cachorros de arcángel, como dijo certeramente don
José Ortega y Gasset.
Notas relacionadas
No hay comentarios.:
Publicar un comentario