jueves 3 de octubre del 2013
Historia de un niño peruano entre las más inspiradoras de National Geographic
La prestigiosa revista incluyó el caso de Eduardo Ramos en el especial “10 formas en que cambiamos el mundo” por su 125 aniversario
Entre las formas narradas en el especial, la institución se enorgullece de haber “inspirado a la gente a preocuparse por el planeta” y, para explicar este apartado, menciona como caso simbólico la historia de un niño peruano en Puno que fue plasmada en sus páginas en 1982 y conmovió a sus miles de lectores.
“En 1982, después de ver una fotografía de Eduardo Ramos, un niño peruano que lloraba porque varias ovejas de su familia habían sido atropelladas, nuestros lectores respondieron tan generosamente que la familia del muchacho pudo comprar cinco nuevas ovejas”, recuerda National Geographic. “Se recaudó dinero suficiente para ayudar a otros niños de la región”, agrega.
La imagen de aquel niño con la tragedia dibujada en el rostro fue captada por William Albert Allard, quien demostró “cómo un fotógrafo puede dar algo a cambio y hacer una diferencia en la vida de una persona”. William explicó que el niño era el responsable de pastear a las ovejas y por ende de la economía de su familia, de ahí que ese evento era en realidad una gran tragedia.
Según señaló, las contribuciones de los lectores llegaron a los US$70 mil y parte de ese dinero se destinó a una escuela en Puno, contribuyendo de esta manera a la educación de otros niños de la región. Otra imagen del pequeño Eduardo con una de sus nuevas ovejas lo muestra con una amplia sonrisa que contrasta con la tragedia que le tocó vivir antes.
National Geographic también destaca que en estos 125 años defendió la vida silvestre en peligro de extinción, llamó la atención sobre el cambio climático, ayudó a difundir el hallazgo de nuevas especies, se sirvió de los nuevos medios y la tecnología para compartir sus historias y fotos con todo el mundo, entre otros hechos.
Además de ser un fotógrafo profesional William Albert Allard, demuestra poseer un espíritu sensible que sufre y se conmueve ante la desgracia ajena; y también, participa de la explosión de alegría por el triunfo sobre la calamidad, mostrando esos cambios que se expresan en el rostro sincero de un niño inocente.
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